Después de una noche de fies, lo mejor es levantarse el Domingo por la mañana y para bajar las calorías ingeridas en forma líquida y con mucho hielo de la noche anterior, es coger la bici y enfilar dirección a la peña de Cenicientos, para afrontar sus largas y empinadas subidas, y todo ello en un día en el que se agradecía el intenso frio y la continua lluvia que no cesaba de caer, por lo cual llegas a casa calado hasta los huesos, puesto que no sé que es peor, si no llevar chubasquero y empaparte o llevarle para no mojarte y sudar de tal forma que esta mas húmedo por dentro que por fuera. Después de esto, ¿A que entran ganas de coger la bici para dar una vuelta? jeje. Pues aun así yo disfruto muchísimo
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