Aparco la bici por un día para empezar a caminar, y que mejor escenario que la sierra de Gredos, y que mejor época que septiembre, y que mejor compañía que la de estos tres amigos con ganas de pasar un día en la montaña.
Cada vez que subo a una cima, cada vez que me encuentro en uno de estos recónditos lugares, donde no hay más que piedras, escasa vegetación y un brutal silencio, donde el único sonido es el leve soplar del viento, siempre me viene a la cabeza el mismo pensamiento; que el tiempo se detenga, y poder disfrutar de esa paz tan necesitada, estoy convencido que si muchas personas subieran aquí solamente una vez, y contemplaran estos caprichos de la naturaleza, seguro repetirían, por mucho que les cueste llegar allí.
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